La justicia restaurativa: una mirada panorámica del Sistema de Justicia Penal para adolescentes

¿Qué es lo que se requiere para hacer justicia a las personas implicadas en un conflicto penal? ¿Cuál debería ser la respuesta ante un delito realizado por un adolescente? La justicia restaurativa puede darnos algunas pautas para responder a estas interrogantes en un país que vive una crisis de violencia sistemática como México.

Cuando se comete un crimen en nuestro país, es frecuente que las víctimas, los ofensores y los miembros de las comunidades afectadas perciban que esta justicia no responde adecuadamente a sus respectivas necesidades.

Pero ellos no son los únicos inconformes. Los estudios realizados por el profesor Howard Zehr, señalan que también los operadores del sistema –jueces, fiscales, defensores, asesores jurídicos, policías y facilitadores– manifiestan un sentimiento de frustración y muchos opinan que el proceso judicial agudiza aún más las heridas y los conflictos sociales en lugar de ayudar a sanarlos o transformarlos.

Durante una entrevista virtual, el director del Centro de Justicia Alternativa del Poder Judicial, Roberto Montoya González, relató un caso donde él participó como facilitador con dos adolescentes que robaron la mercancía que había al interior de dos negocios y fueron detenidos.

Tras haber sido dictada la sentencia, el juez le informó a los adolescentes y a sus padres sobre la opción de justicia restaurativa que buscaba la reparación del daño y la comprensión del origen del conflicto identificando las posibles consecuencias.

Así fue como las víctimas aceptaron un acuerdo para recibir en una sola exhibición 50 mil y 75 mil pesos como reparación del daño. Sin embargo, los padres de los adolescentes no podían cumplir con ese trato por limitaciones económicas.

Fue a raíz de esta situación, que los jóvenes empezaron a notar cómo el delito que cometieron no solamente afectó a los dueños de los negocios, sino que hubo otras víctimas como sus padres y ellos mismos.

La madre de uno de ellos, al preguntarle de qué manera le afectó el delito que cometió su hijo dijo que fue señalada y estigmatizada como “la mamá del ratero” por miembros de su comunidad.

Por el lado de las víctimas, una de las propietarias señaló que, aunque el robo había ocurrido hace un año, ella tenía varios meses sin poder dormir en su casa porque tenía temor y miedo al pensar que estaba siendo vigilada e investigada. Su principal necesidad en ese momento era preguntarle al adolescente ¿por qué a ella?

Como repuesta a esta interrogante, uno de los jóvenes responsables le contestó que al momento de cometer el delito escogieron los locales al azar. Esta fue una respuesta que la señora agradeció y aseguró que al conocer la verdad sobre cómo sucedieron las cosas, volvería a dormir tranquila.

Después de los intercambios, las víctimas accedieron a recibir el dinero en pagos y los adolescentes se ofrecieron a barrer y limpiar los negocios todos los días como una forma de manifestar su arrepentimiento, compromiso y responsabilidad al procesar el impacto que tuvo delito que cometieron.

El licenciado Montoya aseguró que casos como este ejemplifican que “hay cuestiones que no las puede resolver ni el mejor juez, ni la mejor sentencia porque existen preguntas donde el ofensor es la única persona que tiene la información que la víctima necesita”.

La justicia restaurativa nos hace preguntarnos ¿Quién ha sido dañado? ¿Qué necesita? ¿Quién tiene la obligación y la responsabilidad de responder a estas necesidades? ¿Quiénes son las partes interesadas en esta situación? ¿Qué proceso puede involucrar a todas las partes en la búsqueda de una solución?

De acuerdo con la Ley Nacional del Sistema Integral de Justicia Penal para Adolescentes, la justicia restaurativa es una respuesta a la conducta que la ley señala como delito, que respeta la dignidad de cada persona, construye comprensión y promueve armonía social a través de la restauración de la víctima u ofendido, la persona adolescente y la comunidad.

El abogado Simón Hernández León explica que casos como el planteado anteriormente muestran lo limitado que es pensar la justicia en términos de cárcel porque establecer una pena privativa de la libertad no hubiera ayudado a ninguna de las partes implicadas en el conflicto penal y asegura que “la justicia restaurativa da una segunda oportunidad a los imputados que una prisión no va a brindar”.

Un tema central en esta visión de la justicia es el respeto por la dignidad de todas las personas y la importancia de atender las necesidades de las víctimas. La justicia restaurativa es un proceso dirigido a involucrar, identificar y atender colectivamente los daños, las necesidades y obligaciones derivados de un delito, con el propósito de enmendar los daños de la mejor manera posible evitando la saturación de los centros de internamiento para adolescentes y usando los recursos públicos en otras prioridades.

Sin embargo, el licenciado Roberto Montoya señala que el principal obstáculo es la desinformación que existe entre la sociedad y los mismos operadores (jueces, ministerios públicos, policías, defensores y autoridades administrativas) que son figuras elementales para que se conozca y se difunda el trabajo que realiza la justicia restaurativa.

Para México estos temas son relativamente nuevos y se pusieron en práctica con la Ley Nacional de Mecanismos Alternativos de Solución de Controversias en materia Penal (2014) y la Ley Nacional del Sistema de Justicia Penal para Adolescentes (2016). Pero existen varios ejemplos positivos sobre la implementación de estas prácticas como Nueva Zelanda, un país que desde el año 1989 ha hecho de la justicia restaurativa el eje central de todo su sistema nacional de justicia juvenil.

Foto: Comisión Nacional de los Derechos Humanos

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