Reseña del libro "Historia de la columna infame", de Alessandro Manzoni
- marisol_jmz
- Jul 2, 2020
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Updated: Jul 6, 2020
¿Qué hay detrás de la ética de los jueces en un proceso penal? Alessandro Manzoni, uno de los grandes autores de la literatura italiana del siglo XIX, expone casos de tortura derivados de un juicio sin fundamentos realizado en el marco de la gran peste de Milán en 1630 y los atropellos deontológicos que tuvieron los jueces.
La deontología o ética profesional en el Poder Judicial, no ha sido una característica distintiva de los operadores de justicia. Esto lo deja claro Leonardo Sciascia en su nota introductoria de la Historia de la columna infame, al afirmar que “los errores del pasado, no son nunca pasado y que la tortura todavía existe".
En este contexto, Alessandro Manzoni, basándose en el testimonio de Giuseppe Ripamonti y la reproducción documental de un proceso penal en el que se torturó a varias personas relacionadas con la creación de una sustancia “mortífera” que fue esparcida por las calles de Milán, relata la falta de ética y el abuso de poder derivado del arbitrio de los jueces Monti y Visconti.
La Historia de la columna infame es, sin duda, una lectura que expone los efectos del uso de la tortura como castigo e instrumento de control social con el fin de producir “verdad” y convertir a inocentes en culpables.
Esto explica la fabricación de un delito basado en la especulación de dos mujeres que denunciaron un hecho sin tener pruebas, un juicio que estuvo lleno de irregularidades y la presión ejercida por la opinión pública que quería encontrar a los responsables de esparcir la peste en Milán sin importar la forma y el fondo del proceso.
Así fue como Caterina Rosa y Ottavia Bono declararon que vieron al comisario de Sanidad, Guglielmo Piazza, untar los muros y las puertas de la calle Vetra dei Cittadini con una sustancia amarillenta que tenía como fin provocar la muerte de las personas que tuvieran contacto con ella.
Por esta razón, Piazza fue detenido y torturado cruelmente hasta que -con la esperanza de salvar su vida- accedió a inculpar al barbero Giacomo Mora, argumentando que fue él quien le entregó la mezcla que utilizó la mañana del 21 de junio de 1630 para “untar los muros”.
No es necesario ser experto en derecho, para darse cuenta que en los casos como el de Piazza y Mora el uso de la tortura no tenía ninguna justificación.
Sciascia afirma que los jueces que llevaron este proceso fueron “burócratas del mal”, y lo sabían. Ya que, en efecto, fueron ellos quienes insistieron en usar la tortura “bajo pretexto de inverosimilitud” y la legitimaron usando como pruebas las declaraciones de los imputados llenas de contradicciones y las denuncias arrancadas intencionalmente por los sufrimientos físicos y mentales a los que fueron sometidos.
Manzoni expone que la sospecha y la exasperación, cuando la razón y la caridad no las frena, tienen la triste virtud de considerar culpables a pobres desgraciados basándose en los más vagos indicios y las más absurdas afirmaciones.
Esto queda claro al leer la transcripción del interrogatorio realizado a uno de los hombres relacionados con Piazza y Mora, cuando al negar su participación en el delito, pronuncia estas contundentes palabras: “No, señor, no es verdad; pero si me aplicáis el tormento porque yo niegue ese detalle, me veré obligado a decir que es verdad, aunque no lo sea”.
Tras una serie de atropellos de este tipo y después de varios meses de ser sometidos constantemente a crueles tratos, Guglielmo Piazza y Giacomo Mora fueron injustamente sentenciados a pena muerte y para el escarmiento público, los jueces establecieron que en donde se ubicaba la barbería de Mora se construiría la Columna 'Infame', que paradójicamente terminaría por convertirse en el monumento que enmarcaría la infamia del propio sistema judicial como lo refiere Pietro Verri en “Observaciones sobre la tortura”.
La columna de Milán fue derribada en 1778, pero la idea de justicia sigue siendo en muchos países como hace siglos. Falta mucho camino por recorrer.
México se ha comprometido en numerosas ocasiones a prevenir y erradicar los abusos de derechos humanos y la tortura, pero las medidas adoptadas por nuestro país no se aplican en su totalidad. Este mecanismo sigue siendo una práctica institucional generalizada y casi siempre impune contra las personas detenidas e imputadas del delito y las víctimas. El caso Ayotzinapa es un claro ejemplo.
En el informe titulado Doble Injusticia: Informe sobre violaciones de derechos humanos en la investigación del caso Ayotzinapa, la Oficina del Alto Comisionado de la Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU-DH) destacó varias deficiencias en la investigación realizada por el gobierno mexicano en el caso de la desaparición forzada de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa en septiembre de 2014 y reveló que existen fuertes elementos de convicción para concluir que al menos 34 personas imputadas en conexión con la desaparición de los estudiantes fueron detenidas arbitrariamente y torturadas para extraerles confesiones.

La Peste de Azoth, cuadro de Nicolas Poussin de 1631, inspirado en la peste que se desató en Milán.
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